miércoles, 15 de julio de 2009

Caducifolio

Que cada segundo palpite
En otros afónicos mares
Que agolpe este silencio
En la callada sed de mis arterias
Que caiga sobre los nombres
De monarcas, del mirto y las estatuas.
Hasta el mínimo grito
Con los labios dormidos
Vierte campanadas necias
Agujeros por los que transita
Mi desvelo
Por esto un grito
Me separa de la huida más profunda
Del espejo, de la ausencia y las palabras
Que de plomo aguijonean mi tránsito
A tu nombre




Una mueca circular
En el jardín de las flores amarillas
Amanece la hiedra, las lápidas
El recuerdo.
Arriba, el cielo,
Destiñe mi cuerpo con inviernos.
Abandono mi ciega juventud de luciérnaga
Que una vez requirió la oscuridad
Apresuro la sed
Vierto mi mar sobre las piernas
Dejo tu nombre en el aire.
Solo me queda este aroma a eucaliptos y el destierro
A las páginas releídas de tu ausencia
En los libros están las hojas rotas
En los que escribo la incredulidad, la niebla
Que disipa este septiembre



En los ojos del agua reposa
En el viento viaja
Una voz trémula,
El descenso de mis labios
Cerca de los árboles
Un viento de caligrafía remota
Trae un aroma de altos árboles primitivos.
Deshojo la mañana
Pinto una sombra efímera,
Triste y larga,
Me habla de tiempos
Y los tiempos desatan fragancias
Convulsiones en la tierra
Recostada espero
Ocasos,
Reminiscencias de polvo
Y agua.
Con el hacha en la mano
Corto las hojas de los calendarios
y dormida, el olvido
Abraza mi reloj.



Deslumbrar

Suchimil
Dicen que tus jardines son amargos,
Que la brevedad de tu pelo nos carcome
Que la noche nos bebe
Y mi voz cuelga inútil en la ventana.
Inmóvil
Como cigüeña de torpes alas
Quiero dar a luz:
Vivo por el viento que suena
Y por la maleza en mi vientre
Talvez me equivoco al llamarte
Y sos un rumor que embelesa
Dicen que habito un lugar inventado
Dentro de mí.
Y con mi pulmonía a rastras
Intento pujar
En mi terreno yermo
Busco la huella del sueño
Que trasluce las venas de la noche
Las guías de este ingenuo
Despertar
Y palpito sola
Entierro mis rodillas en la tierra
Me lleno de hambres
Manchas
Inútiles tormentas
Me conozco inerte en mi rueda infantil
Doy brochazos de sombras
Me pego a tu nombre
Duele tanto beberte
Con calor
Sin alma
Que soy una niña
Con los ojos dilatados.
laura zavaleta : caducifolio
Angel
Sos el inmanente misterio de un papel en blanco
por eso no escribo sin antes mirarte a los ojos
quiero saber en que punto de tu piel se renueva la carne
y porquè lloro.

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