jueves, 16 de julio de 2009

La madre y el padre en un abrazo

Nos hemos tragado la noche, amor.

Nos hemos tragado la noche, y mis manos
Casi son peces
Mis manos se han tragado nuestros rostros y nuestros genitales
Esta noche hemos hecho liturgia.
Hemos matado animales y nos convertimos
en dioses malvados pero hermosos.
Apagamos doce luciérnagas y decidimos
quedarnos otra noche a vernos en los sueños.

En la mañana, se sienten los latidos
las cicatrices, nos regresan nuestra herida
pero nadie huye, nadie rompe la oscuridad
que nos corresponde
porque somos aves
y nuestra ala es una sola sábana extendida.

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