miércoles, 15 de julio de 2009

Mujer y muerte

Querida: Los segundos sin permiso, pasan
y todo es estrujado acá dentro.
En la cabeza cargo un nudo de inviernos y sólo digo:
Cómo vas conduciendo la noche mientras desciende
de mí, este largo hilo de hormigas
Todas, con tu cabeza de diosa;
con tu crueldad de animal insondable.
Sobre mí hay un dedo infinito
que se desliza y dibuja en mi arena
la forma de un mar que devora y arrastra,
y camina desesperadamente hambriento,
y es una serpiente inmensa que muerde mis talones.
Y no hay nadie
que cierre los ojos por mí
Y el aliento, la música y la lámpara
son solo ilusión y nada pesa.
Sigue y camina tu abrazo,
en la transpiración, esta, de realidades
Yo solo guardo un sabor de niebla en la boca

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